Cuanta mejor habilidad motora adquieras, mejor aprenderás. Algo tan simple como recoger un bolígrafo del suelo puede consumir toda la concentración y la energía del niño. Escalar, equilibrar y entrenar el ritmo es tan importante como los momentos de motricidad fina: cuando los niños se mueven, el cerebro se desarrolla. Dale vida a las paredes del preescolar con espalderas, pizarras o un desafiante rocódromo y al mismo tiempo crea una silueta divertida y estilizada de una sierra o ciudad.